Testimonio cirugía obesidad - Ignasi Coscojuela
Desde niño había sido siempre un comilón. Recuerdo que, a la edad de 8 o 9 años, el médico ya me decía que comía mucho y que tendría problemas. He hecho dietas toda la vida, pero no perdía. Había épocas mejores que otras, pero mi peso iba aumentando siempre, hasta que un día al verme en una fotografía junto a un amigo, me di cuenta de que tenía que hacer algo.
De hecho, empezaba a tener problemas de aceptación en algunos trabajos, me costaba encontrar ropa de mi talla, tuve que comprar una cama más grande, ya no podía hacer ciertas cosas, y llegó un momento en que no podía caminar. Además, el sobrepeso me provocaba otro gran riesgo para mi salud. Hacía entre 400 y 500 apneas de noche. Me dieron una máquina para poder dormir, pero no me acabé a adaptar a ella y derivó en una narcolepsia grave. En cualquier momento del día me dormía a la mínima que me relajaba. Y yo no era consciente de lo que me estaba pasando, hasta que perdí un trabajo como vigilante de un parking. En casa, a mi familia también le preocupaba.
El 27 de marzo del 2017 me operaron y fue un éxito. El primer gran cambio que noté fue que podía dormir. Dormir 8, o 6 horas, descansando, era una maravilla para mí que llevaba al menos un año y medio, que fue cuando alcancé los 180 quilos, sin poder dormir bien.
Estuve dos o tres días en el hospital y los tres primeros meses después de la operación todo lo que tomé fueron líquidos. Por eso, un año antes de la intervención, la nutricionista del equipo multidisciplinar que me llevó, que en mi caso fueron todos excelentes, me preparó para irme acostumbrando. Tenía que comer despacio, masticar bien, beber mucho, pero no beber en las comidas y caminar mucho. Así te preparan para lo que vendrá después de la operación. Pasados los tres meses tomando solo líquido, empiezas con los triturados, otros tres meses, más o menos. En esa etapa yo experimentaba, porque me gusta mucho cocinar. Si me apetecían unas endivias con roquefort, me las preparaba y me las trituraba.
Luego ya puedes empezar a comer sólido. Al principio te da miedo que algo te siente mal, pero poco a poco, vas probando y lo que no te siente bien, lo eliminas del menú. Y ahora como de todo. Eso sí, menos cantidad y más veces al día.
Otro cambio importante que he notado es a nivel intelectual. Noto que a mi mente le llega por fin el oxígeno, y utilizo vocabulario que tenía pero que no usaba. Mis amigos y mi familia eso lo han notado mucho también. Y ahora tengo ganas de hacer muchas cosas, incluso me animé a hacer la cursa de El Corte Inglés, primero caminando y este año ya el último tramo lo he hecho corriendo.
Yo recomiendo a quien dude si operarse o no, que lo haga. Pero que lo haga convencido de que va a ir a mejor. A mí me ha cambiado la vida. Pese a faltarme un trozo de estómago, ahora me siento realmente una persona completa.
Sí que hay que tenerle respeto al quirófano, pero no miedo. Y, sobre todo, convencerse de que la operación bariátrica es el 20 o 30% del éxito, pero el resto está en ti, en poner de tu parte y seguir todos los pasos que los médicos te van diciendo. El apoyo de mi familia, para mí, ha sido muy importante, también los amigos y compañeros de trabajo. Es importante que todas las personas con las que tratas a diario sean conscientes de lo que estás haciendo.