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Soy obeso mórbido, ¿Mis hijos también lo serán?

Contar con una base genética de obesidad predispone, pero no determina el desarrollo de esta patología. La epigenética puede regularlo, porque representa todo aquello externo a la genética que influye en el desarrollo de un ser vivo.

Los resultados de algunos estudios indican que los hijos de padres obesos tienen mayor riesgo de padecer obesidad, así como los trastornos metabólicos que se pueden desprender de ella, como la diabetes. Pero estaríamos hablando, en todo caso, de un porcentaje de personas nacidas con predisposición a la obesidad, determinada por esa herencia de los progenitores. Y, como en toda predisposición, cualquier medida de prevención juega un papel importantísimo a la hora de no desarrollar una enfermedad, en este caso, la obesidad. Por ello, conocer esos antecedentes familiares es de gran ayuda, porque, ante la mayor predisposición a desarrollar obesidad, seguir una dieta saludable, así como la práctica regular de ejercicio físico puede contrarrestar la predisposición.

Si además de la genética de un progenitor con obesidad, se heredan malos hábitos que la potencian y agravan, entonces sí que la predisposición derivará con mayor seguridad en una herencia clara de la obesidad. Unos buenos hábitos nutricionales puede prevenir la obesidad desde edades tempranas.

Teniendo en cuenta el tipo de vida que se lleva, y la quema de calorías que conlleva la actividad diaria, se debería determinar el contenido de la alimentación más adecuado para cada persona. Conviene equilibrar la ingesta de calorías con el consumo de estas por parte de nuestro organismo. Lo más aconsejable es que un especialista en nutrición haga una valoración para determinar el contenido calórico y de nutrientes apropiado para cada individuo.

Caminar, más o menos tiempo, más o menos rápido, nadar, ir en bicicleta, correr, patinar o practicar deportes en equipo, contribuyen a conseguir ese equilibrio entre la ingesta y el gasto calórico, pero siempre es aconsejable, sobre todo en caso de obesidad, dejarse asesorar por profesionales de la salud. Ellos tendrán en cuenta la correcta medición del Índice de Masa Corporal (IMC) y la circunferencia de la cintura para tomarlos como referencia a la hora de indicar qué peso se debería perder. El análisis de la composición corporal también ayuda a ver la localización de esa grasa patológica. En función de ello, se establecerá un diagnóstico del tipo de obesidad y el riesgo que conlleva para la salud. En ese sentido, conocer el estado de salud y peso de los progenitores y descendientes, en el caso de haberlos, también aportará información sobre la necesidad de prevenir más o menos aplicando determinados hábitos alimenticios y de ejercicio físico. Son esos hábitos, malos o buenos, los que sí que pueden heredarse. De ahí que se pueda afirmar que la obesidad no se hereda, pero sí la predisposición a sufrirla.

Una cosa es la constitución, más o menos fuerte, y la genética, y otra son los hábitos que nos llevan a acumular grasas en cantidad desproporcionada a las calorías que quemamos.

Evitar el sedentarismo en los niños puede ser ya un gran paso para prevenir la obesidad en hijos de padres que conviven con ella. Otro será suprimir o reducir al máximo el consumo de productos ricos en grasas saturadas y trans (como la grasa de palma o la margarina) y con azúcares simples refinados.

Otra realidad es el caso de padres con hipotiroidismo, en los que la glándula tiroidea no trabaja correctamente y eso les lleve a acumular grasa en su organismo. Los descendientes sí puede que hereden directamente ese problema, que les conllevaría igualmente el sobrepeso, siempre y cuando no se trate el hipotiroidismo. Igualmente los buenos hábitos de ejercicio y alimentación pueden impedir o reducir en gran medida la obesidad en el caso del hipotiroidismo.

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¿La obesidad es una enfermedad? ¿Se puede curar?

La obesidad es una enfermedad crónica y multifactorial, pero infravalorada, tal como subraya la Sociedad Española de Obesidad, que considera que, por los diversos riesgos que conlleva para la salud, debería dejar de infravalorarse, y ser diagnosticada y tratada correctamente por médicos especialistas.

¿Cómo saber si se tiene obesidad u obesidad mórbida?

El IMC no mide, en realidad, la cantidad de grasa excesiva en el organismo. El exceso de grasa también circula por la sangre, por eso, mediante una analítica de sangre que, además de detectar niveles anormales de lípidos, ayuda a determinar si la obesidad de esa persona tiene una causa fisiológica.

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