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¿Cómo saber si se tiene obesidad u obesidad mórbida?

La obesidad se define como la acumulación excesiva de grasa en el organismo. Para determinar qué concentración se considera excesiva, se consensuó internacionalmente una fórmula matemática que lleva a dividir el peso de una persona en kilogramos por su estatura en metros al cuadrado.

Es el método que determina el Índice de Masa Corporal (IMC), el sistema de evaluación más sencillo para categorizar el peso de una persona según sea: bajo peso (por debajo de 18.5 kg/m2 como resultado del IMC); peso saludable (entre 18.5 y 24.9 kg/m2); sobrepeso (25-29.9 kg/m2); obesidad (por encima de los 30 kg/m2) y obesidad mórbida (igual o superior a 40 kg/m2).

Sin embargo, el IMC no mide, en realidad, la cantidad de grasa excesiva en el organismo. El exceso de grasa también circula por la sangre, por eso, mediante una analítica de sangre que, además de detectar niveles anormales de lípidos, ayuda a determinar si la obesidad de esa persona tiene una causa fisiológica. Se pueden diagnosticar así comorbilidades metabólicas o enfermedades vinculadas al exceso de peso. Un equipo multidisciplinar, con especialistas en endocrinología, digestología, nutrición y psicología sería el más indicado para un correcto y completo diagnóstico que determine si estamos ante un caso de obesidad o bien de obesidad mórbida. Pero existe también un dispositivo que, mediante el análisis de la impedancia bioeléctrica (BIA) –mide los parámetros bioeléctricos de los tejidos-, permite cuantificar la proporción de grasa corporal, calculando el porcentaje de grasa del cuerpo con resultados analíticos. Y es una prueba no invasiva para el paciente que revela la localización y cuantifica la grasa corporal.

Ambos tipos de obesidad, una menos grave que la otra, pero las dos consideradas enfermedades, deben ser diagnosticadas y seguir un tratamiento médico. No se tendría que acudir a centros de estética o belleza para intentar básicamente reducir el peso, ya sea con dietas alimentarias o mediante técnicas, porque no estamos ante un problema de belleza, estético, sino de una patología que requiere un diagnóstico del estado de salud. Junto al exceso de peso y determinación del tipo de obesidad, hay que cerciorarse de sus causas y afectaciones patológicas que ya está causando ese sobrepeso, o evaluar los riesgos que está asumiendo la persona que lo padece. Estudiar si presenta la presión arterial alta, trastornos hepáticos o cardiovasculares, altos niveles de colesterol, apnea del sueño o diabetes son las principales enfermedades metabólicas con más prevalencia en personas que también padecen obesidad. A nivel psicológico, la ansiedad y una baja autoestima, también están presentes en estos pacientes y, como un pez que se muerde la cola, un peor estado anímico acostumbra a ir acompañado de una menor tendencia a cuidarse y a encontrar remedio a los problemas de salud y, al primero de ellos, la obesidad.

Sea mórbida o no, la obesidad bien tratada permite tener una buena calidad de vida, siempre teniendo en cuenta que, ante una obesidad mórbida, el riesgo de desarrollar las patologías comentadas que más frecuentemente se vinculan a la obesidad, es mayor. Para los casos más graves de obesidad, la cirugía bariátrica es una solución que ha demostrado gran eficacia. Contribuyendo a reducir el exceso de peso, mediante la transformación quirúrgica de partes del aparato digestivo, se disminuye el riesgo de las enfermedades derivadas del sobrepeso, aumentando la esperanza de vida del paciente, además de mejorar su calidad de vida.

En muchos casos, el aprendizaje y la implementación de hábitos saludables en la vida diaria -que van de la mano también de la intervención quirúrgica, antes y después de ella-, ya marcan un cambio muy notable y beneficioso en todos los diagnósticos de obesidad. Modificar la pauta alimentaria e introducir ejercicio físico pautado por un profesional que pueda prescribir el tipo de actividad, su duración e intensidad, también supondrá una mejoría de camino a la pérdida de peso necesaria. En ocasiones, se acompaña de un tratamiento farmacológico, para facilitar o reforzar el proceso, puesto que existe medicación que ayuda a limitar la absorción de grasa.

Y en el caso de que el resultado no sea lo que se esperaba, la intervención quirúrgica, mediante laparoscopia para realizar una gastrectomía vertical o un bypass gástrico, o bien la introducción de un balón gástrico mediante endoscopia, podrán ayudar a eliminar o reducir notablemente el exceso de grasa. Un peso más saludable permitirá, ahora sí, llevar una vida más propicia a nivel de bienestar general.

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