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Una revista médica de Barcelona a todo el mundo

A lo largo de los años 20 y 30 del siglo pasado, cualquier pequeño o gran progreso en la aplicación de nuevas técnicas quirúrgicas o tratamientos que se producía en Clínica Corachan, además de ser un motivo de satisfacción y prestigio para el centro, se convertía en valiosa información para otros profesionales del ámbito médico, en Barcelona y en otros países. Uno de los medios de difusión con los que contaba la clínica para esa difusión eran los Anales del Instituto Corachan, una publicación, en formato de revista, que disponía de una trentena de páginas dedicadas a explicar casos relevantes llevados a cabo por los profesionales de Clínica Corachan y recibía el patrocinio de algunos laboratorios. Se publicó hasta 1973 y tuvo una notable influencia e importancia científica. Su director fue el doctor Jaume Pi Figueras, destacado cirujano digestivo, y el doctor Antonio Rodríguez Arias ejercía de secretario.

La revista la fundó Manuel Corachan y la editó desde el año 1925 al 1935 y, más tarde, de 1948 a 1973, Clínica Corachan decidió reeditarla. Eran anales médicos en los que los miembros del cuerpo facultativo de Clínica Corachan publicaban sus artículos con las últimas novedades sanitarias y quirúrgicas. El doctor José Miguel Martínez, jefe de servicio de anestesiología era el responsable de la publicación. Meticuloso y detallista hasta la médula, Miguel contribuyó a que la revista fuese considerada una verdadera joya, repleta de información científica. El Dr. Miguel se encargaba personalmente de reunir, corregir y editar la revista, y estaba muy encima de los médicos que tenían que publicar en el siguiente número. La publicación se enviaba a la imprenta Gelabert, ubicada en la calle Comtal de Barcelona, y desde allí se hacía llegar a una serie de médicos de todo el mundo. Los contactos de Manuel Corachan eran notables. El 19 de abril de 1925 había sido nombrado académico de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya y fue miembro de las asociaciones internacionales de cirujanos de París, Viena y Turín, así como también miembro de honor del Instituto Médico Valenciano.

Gracias en parte a los Anales del Instituto Corachan, no quedaban en la clínica las novedades médicas que se impulsaban y lograban. Tampoco las que más obsesionaron a Manuel Corachan. Él se había entregado por completo a la mejora de varios procedimientos quirúrgicos de la época y trabajó especialmente para que el impacto quirúrgico fuera el menor posible para el enfermo. Más allá del éxito técnico de las operaciones, siempre fue un cirujano preocupado por las curas postoperatorias, de ahí la importancia que le dio personalmente a poder contar con su clínica propia, para poder controlar todo el proceso, una actitud novedosa con la que este pionero pretendía que la atención al convaleciente fuera integral.

En su libro La medicina catalana del segle XX, publicado por Edicions 62, en Barcelona, en 1970, el historiador de la medicina Oriol Casassas confirma el perfeccionismo profesional de Corachan, apuntando que «fue un cirujano perfecto que atendía todos los detalles operatorios del acto quirúrgico y postoperatorios».

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