Miedos comunes durante la menopausia: Cómo afrontarlos con apoyo médico y psicológico
La menopausia es una etapa natural en la vida de todas las mujeres, pero no por ello deja de ser un periodo lleno de ...
Siempre que un médico atiende a un paciente, a través de las preguntas y la exploración física se obtiene una información muy útil y en ocasiones suficiente. Sin embargo, a veces para poder llegar a un diagnóstico, valorar la evolución, modificar o no el tratamiento y, en definitiva, para tomar una decisión clínica, se precisa información complementaria a través de las pruebas diagnósticas, entre las que destacan las de laboratorio, siendo las más comunes los análisis de sangre.
A menudo recibimos los resultados de un análisis de sangre, pero es importante entender que siempre es el médico quien debe valorarlos, para unir esta información al contexto clínico e historial del paciente. Un resultado aislado que está ligeramente fuera del intervalo de referencia puede tener o no significación clínica. Es posible que el médico repita la prueba o que se interese por los resultados previos, en el caso de que el paciente se haya hecho esta prueba con anterioridad.
Dentro de los análisis de sangre, las pruebas generalmente más solicitadas son el hemograma y algunas determinaciones de bioquímica sanguínea. A continuación, les proporcionamos unas nociones generales sobre
¿Qué contiene un hemograma?
Todos los eritrocitos tienen habitualmente una forma y tamaño muy similares. Sin embargo, pueden observarse variaciones cuando hay falta de vitamina B12, folato o hierro, así como en una gran variedad de trastornos de origen muy diverso.
Cuando no hay una cantidad suficiente de eritrocitos normales (y si la cantidad de hemoglobina es inferior a un valor determinado), se dice que existe anemia y aparecen síntomas como fatiga y debilidad. Con menor frecuencia, puede observarse un exceso en el número de hematíes (eritrocitosis o policitemia), que, en casos extremos, puede alterar el flujo de la sangre en venas y arterias de pequeño tamaño.
Conocer la concentración de hemoglobina ayuda al diagnóstico de los trastornos que afectan a los glóbulos rojos; para determinar la gravedad de las anemias (disminución de la hemoglobina) o policitemias (con aumento de la cantidad de hemoglobina) así como para monitorizar la respuesta al tratamiento de las mismas.
Están presentes en la sangre en cantidades relativamente estables. Las proporciones pueden aumentar o disminuir dependiendo de lo que suceda en nuestro organismo en un momento dado. Por ejemplo, una infección puede hacer aumentar el número de neutrófilos para combatir infecciones bacterianas. En las alergias puede haber un incremento en el número de eosinófilos. En infecciones víricas puede aumentar el número de linfocitos. Y en ciertas enfermedades, como en las leucemias, algunas células de la serie blanca, inmaduras y anómalas se multiplican rápidamente, haciendo aumentar el número de leucocitos.
Deberían estar entre 4000 y 11000/ml cúbicos. Si son más altos, podría explicarse por una infección bacteriana, alergias o leucemia, y si son más bajos podría haber una patología renal o metabólica, o ser el resultado de la administración de ciertos fármacos.
La fórmula leucocitaria o recuento diferencial de leucocitos se puede incluir como parte del hemograma completo o se puede realizar en el seguimiento si el recuento de glóbulos blancos es alto o bajo. El recuento diferencial de leucocitos identifica y cuenta el número de los cinco tipos (neutrófilos, linfocitos, monocitos, eosinófilos y basófilos). El recuento individual se puede informar como un recuento absoluto y / o como un porcentaje del total de leucocitos.
Los niveles normales se sitúan entre 150.000 y 400.000/mm³. Si son más altos, puede ser por la reacción a una hemorragia, y si son más bajos puede deberse a un mal funcionamiento de la médula ósea.
¿Qué miden las pruebas bioquímicas más frecuentes?
La creatinina se origina en los músculos a partir de la degradación de la creatina. La creatina forma parte del ciclo que produce la energía para contraer los músculos. Por este motivo, la cantidad de creatinina producida depende del tamaño de la persona y de su masa muscular. Esta es la causa de que los valores de referencia sean menores en las mujeres que en los hombres.
Tanto la creatina como la creatinina se producen en el organismo a una velocidad relativamente constante. Como casi toda la creatinina es eliminada a través de los riñones, es una prueba muy útil cuando se quiere descartar una enfermedad renal, o para el seguimiento de enfermedades que podrían empeorar en el caso de afectación renal; o incluso para controlar la función renal cuando se toman ciertos medicamentos.
De esta forma, los valores elevados suelen ser indicio de una enfermedad, fallo renal, o alternaciones en las vías urinarias, pero también por disminución del flujo sanguíneo como en la deshidratación. Valores muy bajos, podrían indicar distrofias musculares, dado que la creatinina se produce en el metabolismo del músculo.
La mayor parte de enfermedades o situaciones que afectan al hígado o los riñones pueden potencialmente repercutir sobre la concentración de urea en sangre. Si la cantidad de urea producida por el hígado aumenta o si se elimina en menor cantidad por los riñones, entonces las concentraciones de urea en sangre aumentarán. Si una lesión o enfermedad hepática inhibe la producción de urea, su concentración puede disminuir. También puede estar disminuida en la malnutrición.
La determinación de urea se utiliza principalmente formando parte de perfiles metabólicos en exámenes generales de salud (y junto a la de creatinina) como pruebas para evaluar la función renal. También como ayuda para el diagnóstico y seguimiento de pacientes con enfermedad renal (ya sea aguda o crónica).
Sin embargo, a pesar de la importancia de su presencia para nuestro organismo, la vigilancia de la concentración de colesterol en sangre y su mantenimiento dentro de unos rangos recomendados (menor de 200 mg/dL para el colesterol total) son dos factores fundamentales para garantizar un buen estado de salud.
Nuestro organismo produce la cantidad de colesterol que necesita para funcionar correctamente, pero parte del colesterol proviene de la dieta. Si se tiene una predisposición genética a tener la concentración en sangre de colesterol elevada, o bien si se ingieren muchos alimentos ricos en colesterol, en grasas saturadas y/o en grasas trans, entonces el colesterol sanguíneo puede aumentar y tener consecuencias nocivas sobre el organismo.
El colesterol en exceso puede depositarse en forma de placas en las paredes de los vasos sanguíneos. Estas placas pueden crear estrechamientos u obstrucciones de los vasos o dificultar la dilatación de los vasos sanguíneos, resultando todo ello en un endurecimiento de las arterias (aterosclerosis) y aumentando el riesgo de desarrollar sucesos graves como enfermedades cardíacas o accidentes vasculares cerebrales.
Los valores elevados en sangre se asocian a un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular. Factores como la falta de ejercicio físico, el sobrepeso, el consumo en exceso de tabaco y alcohol y también ciertas enfermedades como la diabetes y la enfermedad renal, pueden contribuir a aumentar los valores de triglicéridos en sangre
Si esta situación se mantiene, puede llegar a producirse una anemia por falta de hierro (ferropénica). La interpretación de los resultados del hierro se hace en conjunto con otras pruebas relacionadas como la hemoglobina, transferrina y sobre todo la ferritina, para así poder diagnosticar y hacer el seguimiento de la anemia por falta de hierro o situaciones de exceso (sobrecarga de hierro) en que se acumule progresivamente, llegando incluso a producir una lesión en órganos como el hígado, el corazón y el páncreas.
La bilirrubina permite evaluar la función hepática, pero también ayuda en el diagnóstico de las anemias. Valores elevados también puede deberse a cálculos (piedras) en la vesícula que dificultan la eliminación de la bilirrubina.
Cuando existe un aumento de la bilirrubina en sangre, puede aparecer ictericia, que consiste en la coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos. Las concentraciones de los diferentes tipos de bilirrubina (conjugada o no conjugada) proporcionan una información valiosa sobre la patología que puede estar presente.
Este mes, en Clínica Corachan hemos inaugurado un nuevo centro, Corachan Sarrià. Allí se encuentra el laboratorio de análisis clínicos SYNLAB, un espacio multidisciplinar a dos minutos de la clínica que cuenta con unas instalaciones diseñadas para agilizar la atención y ofrecer una asistencia integral y más personalizada, donde se realizan análisis de sangre y donde podrás consultar cualquier duda sobre estas.
Autor: Servicio análisis clínicos Synlab
Fuente: Labtestonline https://labtestsonline.es/tests-index
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